«Quizás nadie como Pascal ha expresado la gran cuestión de la escritura, no sólo con su advertencia sobre "las ventanas pintadas" o falsas, puestas "por armonía" y que, siendo mentira, nunca podrán tener belleza, sino con su enunciación del nacimiento de la palabra, su horror por el manejo instrumental, retórico, académico y profesional de las palabras. Y dice: "[...] El hombre necesita trabajar en este sentido como en todo otro; si quiere recuperar lo más posible la naturaleza de antaño, tiene que recuperar la palabra: es decir, toda palabra fundada en el pensamiento, en la verdad"» (Segundo abecedario, 1992).