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Se inicia la publicación de las 'Obras completas' de José Jiménez Lozano

22-04-2023 / El Debate

El primer volumen, gracias a la Fundación Jorge Guillén aborda 47 años de reflexión de Jiménez Lozano. Nueve diarios escritos entre 1973 y 2020


Era 1973 y el escritor José Jiménez Lozano apuntaba en su primera entrada de su primer diario: «el sol cae entre nubarrones rojos, como si hubiese un incendio lejano cuyo resplandor llegase hasta nosotros, y la campana llama al rosario vespertino». Cuarenta y siete años después escribía el 13 de enero su última anotación: «y me han traído alegría la perdiz exhibiendo encantada sus medias rojas y otro pájaro difícil de decidir qué es, y que parece que lleva una especie de lentes, o quizá solamente son ojeras, y muestra una gran seriedad e inquisición de algo».

Casi cinco décadas y la misma mirada aguda posándose sobre la naturaleza, como lugar donde reposar su juicio de la realidad. El afecto de Jiménez Lozano por la creación le constituía, conocía los pájaros y sabía contemplar las distintas horas de la luz del día y de las estaciones. Y esto, paradójicamente, era inmutable y dinámico en sus escritos, como si todos los acontecimientos que tejían la historia y las lecturas que hacía pudieran colocarse en esta partitura, donde todo adquiría su verdadera armonía.

Ahora gracias a la Fundación Jorge Guillén podemos tener juntos en nuestras manos estos 47 años de reflexión de Jiménez Lozano, o lo que es lo mismo, sus nueve diarios escritos entre 1973 y 2020. Están recogidos en dos volúmenes con una edición bella y cuidada donde tienen cabida unos acianos azules que se esconden en la esquina derecha de la guarda y que dan la bienvenida al prólogo de su gran amigo Gabriel Albiac. De esta manera se inicia la publicación de las Obras completas del autor con los «cuadernos» en los que el escritor anotaba sus reflexiones diarias, una matriz que permite al lector situar y comprender la amplitud de onda de la obra del abulense, que podremos ir leyendo en sucesivas entregas editoriales.

Siempre me he preguntado que interés tiene leer los diarios de otros (incluso leer los diarios propios, pero ese es otro cantar). En el caso de Jiménez Lozano la respuesta es clara: aprender a mirar y hacer un juicio inteligente sobre las cosas, además de llenarse de afecto por la existencia y dibujar un mapa de referencias culturales importantes para conocer nuestra historia y nuestro pensamiento. Necesitamos ser educados, cuanto más mayores más urgencia de esta educación, y para ello tenemos que dejarnos impregnar de la forma que tienen los sabios de utilizar su razón, pero también su alegría y su esperanza. El escritor castellano es maestro en estas lindes e ir de su mano es comenzar una travesía apasionante por el ser, que en su caso adquiere muy variadas formas: la de una lectura, un paseo, una visita a una ermita pequeña y olvidada o a la última exposición en la capital, la observación del cuco en su jardín o los cuadros de estancias holandesas, el diálogo que ha mantenido con un amigo y que él sigue llevando consigo ya en su mesa camilla de Alcazarén.

Todo es diálogo para Jiménez Lozano, y esta es la perla escondida de estos diarios: el diálogo de un hombre sabio con la realidad a través de la inmensidad de sus lecturas y la vivencia profunda de su historia y relaciones. Esta conversación con el mundo, que luego es pensada en sus adentros y dada a luz de nuevo en sus cuadernos es el camino para quitar, por un instante, el velo de las cosas y que nosotros, sus lectores, podamos contemplarlo. Con estos diarios podremos recorrer la trama de la vida de un maestro y la España que se desplegó en esos años convulsos y nacientes, y a la vez, contemplar como si nada fuera para tanto, o como si todo fuera para esto, la alegría de las medias rojas de la perdiz.

 

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