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Cuentos

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Tom, ojos azules (1995)

«Y entonces el niño Tom, Ojos Azules, y la cabra se pusieron a pensarlo, y al final dijeron que bueno, que bien, pero que no tenía que haber nadie en el reino, ni niño ni grande, que pasara hambre o frío, porque, si no no podía haber unicornios ni manzanas de oro, ni nada, sino sólo ceniza y mucha tristeza.

-¡De acuerdo! - contestó el rey. Y ellos dijeron, muy contentos:

-¡Pues, trato hecho!

Y así fueron el niño Tom, Ojos Azules, y el unicornio, haciendo estos tratos por el mundo». (Tom, Ojos Azules, 1995)

 

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